Buscando mi mochila, miré a mi alrededor...abrí las ventanas y corrí las cortinas; el sol me deja ver las capas de polvo, las telarañas y las grietas viejas; veo las flores marchitas, las goteras y las revistas viejas; las botellas vacías almacenadas. Hice limpieza, tiré los papeles caducados, los oficios muertos, mis dos cuadros de Hopper, subasté mi sofá favorito, quebré mi copa del rey, regalé los libros de Kafka y me ocupé de arreglar las goteras. Me olvidé de las fotos en sepia y también leí el epílogo de un libro anterior.
Me ha llevado tiempo y no es fácil, obviamente no, hay cosas que se empeñan en permanecer descompuestas y hay arreglos que requieren más tiempo, aún así me he puesto mis pantalones de cargo y mis zapatos más cómodos...aún así, he cargado las baterias de mis acompañantes electrónicos, he vaciado las memorias de mi cámara, he preparado café y llenado mi termo...aún así, he escogido un nuevo libro; aún así empezaré mi viaje.
Confieso que estoy entumido, acostumbrado a la media luz y a lo sedentario, a mis rutinas libertarias, a lo conocido; en resumen...acostumbrado a lo acostumbrado, que me gusta la novela histórica; que estoy lento y con poca condición emocional, mental y física...así que supongo, empezaré caminando despacio pero mientras tanto, déjame contarte que ayer mientras buscaba las cosas que me llevo en esta nueva travesía, encontré la bitácora de un viaje anterior, prometo mostrártela en el próximo post.
¿Me acompañas?